
¿Sabes por qué 2020 será el año de los eléctricos?

Cambio climático, sensibilidad social, megaurbes, salud ambiental, madurez tecnológica… y, también, sanciones millonarias. Todos estos factores y otros más coinciden en el tiempo para formar un círculo virtuoso que da la bienvenida a la democratización del coche eléctrico.
La revolución de la movilidad a pilas ya está aquí y va a cambiar nuestras vidas. Y el banderazo de salida tiene fecha: 2020. Tras una década de tanteo, las nuevas normas de emisiones de CO2 de la Unión Europea, que entrarán en vigor el día 1 de enero, exigen su popularización para evitar multas millonarias.
La imprescindible reducción de las emisiones
El cambio climático sigue en aceleración y el planeta ha entrado ya en una cuenta atrás que deja poco margen para frenar sus consecuencias. Las emisiones de efecto invernadero continúan en subida libre –superan ya en un 50% las de 1990– y apenas queda algún país en el mundo que no haya sufrido sus efectos. Desgraciadamente no hay que ir muy lejos para confirmarlo: las últimas olas de calor, como las que está sufriendo Europa este verano, son cada vez más intensas y habituales, y nos recuerdan cada día la gravedad de la situación.
Los síntomas del problema se disparan, y la única solución disponible para evitar entrar en ese camino sin retorno pasa por la descarbonización de la sociedad y el desarrollo sostenible. Por eso, las iniciativas se multiplican en todo el mundo, algunas tan importantes como los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030 que han firmado 193 países bajo el paraguas de la ONU. Pero todas las propuestas van sumando eslabones para ampliar la concienciación social, que es ya una prioridad absoluta entre las generaciones más jóvenes.
El reto de las megaciudades: 100 millones de habitantes en 2050
La toma de decisiones es urgente, porque el crecimiento de la población y las previsiones futuras juegan también en contra: en 2050, el 70% de la población mundial y el 90% del PIB se concentrarán en megaurbes, algunas con zonas metropolitanas de más de 100 millones de habitantes. Y como se está viendo ya en muchas megaciudades chinas, donde pueden pasar meses sin ver el cielo o el sol por las emisiones de gases de efecto invernadero, la salud de la población será incompatible con los vehículos de combustión y las tecnologías de transporte y movilidad actuales.
La oportunidad del coche eléctrico
El desafío de la mejora de la calidad del aire y la sostenibilidad del planeta afecta a todos los sectores. Y, aunque el del transporte es solo responsable del 14% de las emisiones globales de CO2, la movilidad eléctrica y, en particular, el automóvil a pilas, pueden ser una herramienta clave para empezar a cambiar la tendencia negativa de crecimiento de los últimos años.
En realidad, una vez lograda la sensibilización de la sociedad y el posicionamiento del cambio climático entre los grandes problemas globales, una de las piezas que faltaban para completar el círculo virtuoso del transporte sostenible era la tecnología que hiciera posible y, sobre todo, económicamente viable, el automóvil verde o sostenible.
De las baterías del móvil a las del automóvil
La solución ha venido de la mano de las baterías de ion litio de los teléfonos móviles, que en una segunda fase y agrupadas en grandes módulos, se han convertido en el corazón que ha dado la vida al desarrollo del coche eléctrico.
En realidad, la electrificación definitiva del automóvil comenzó hace apenas una década con la llegada de los primeros modelos eléctricos 1.0, que apenas ofrecían autonomías reales de poco más de 100 kilómetros.
Desde entonces, los rangos de uso han ido creciendo de forma continua hasta los 300 o 400 kilómetros actuales en conducción normal, más que suficientes para cumplir como coches urbanos en la ciudad y alrededores. Pero estas autonomías empiezan a acercarles cada vez más al objetivo de hacerlo también como primer coche de la familia. En cambio, salvo alguna excepción, siempre en modelos pequeños, todos tienen unos precios inaccesibles para la mayoría. Y eso es lo que cambia ahora.
Llegan los eléctricos 2.0. Objetivo: aumentar la autonomía
Los nuevos coches eléctricos 2.0 que comienzan llegar –de momento y en su gran mayoría, de marcas exclusivas y a precios prohibitivos– han sido diseñados ya desde el primer boceto para funcionar exclusivamente a pilas, lo que permite optimizar todas sus ventajas, como el aprovechamiento del espacio que queda libre al no llevar motor, cambio, escapes, radiadores, etcétera. Esta solución ayuda también a afinar la aerodinámica y rediseñar otros elementos para ahorrar esos kilos que compensan el sobrepeso de las baterías, dos factores clave para aumentar la autonomía.
Sin embargo, los sobreprecios, motivados por los elevados costes de las baterías, han ralentizado hasta ahora las ventas creando un círculo vicioso difícil de romper: como se venden poco no hay economías de escala que ayuden a bajar los precios, y al son caros, se siguen vendiendo poco… Pero eso también va a cambiar ahora.
No más de 95 g/km de CO2
A grandes trazos y con algunos matices, la nueva norma que implantará la UE el 1 de enero de 2020 exigirá que las emisiones medias de cada fabricante no superen los 95 g/km de CO2. Quien se pase deberá pagar 95 euros por cada gramo de más de cada coche que supere el límite. Dos escenarios teóricos: si un fabricante matriculara en Europa en torno a 1,7 millones de unidades que superaran el límite comentado, podría llegar a pagar 160 millones de euros de multa a finales de 2020. Si la matriculación rondara el millón de entregas, tendría que abonar unos 90 millones.
Vender eléctricos a pérdida para reducir sanciones
Sin embargo, la nueva normativa deja una vía para reducir esas sanciones que puede ser definitiva para acelerar el despegue de las ventas de los coches a pilas: cada eléctrico que se matricule compensará las emisiones de dos modelos térmicos. Así que, en muchos casos, puede ser rentable vender coches de baterías sin beneficio, o incluso perdiendo algo de dinero, si la reducción del importe de la multa es superior a esa pérdida.
Subida de precios para los coches de combustión
En paralelo, los modelos y versiones con más emisiones supondrán grandes sanciones a sus fabricantes y provocarán la salida del mercado de muchos de ellos, sobre todo los menos rentables. Un ejemplo: si un coche tipo familiar compacto emite 111 g/km de CO2, implicaría una sanción teórica para su fabricante de 1.520 euros por unidad vendida. Y si fuera un SUV de tamaño medio, las emisiones podrían subir a 193 g/km y la multa, a más de 6.400 euros. Es más que previsible que esas cantidades se acaben repercutiendo tarde o temprano a los clientes, al menos las que se no se puedan compensar con las ventas de eléctricos. Y la solución acercará los precios de estos coches a los de los eléctricos de su tamaño, mejorando la competitividad de los modelos a pilas.
La equiparación entre térmicos y eléctricos en 2025
La subida de precios de los modelos térmicos o de combustión, unida a la reducción de costes que provocará el aumento de las ventas y la mayor eficiencia en la producción de los modelos de baterías, irá acercando poco a poco las tarifas de ambas tecnologías. Así, según los expertos, y siempre que no se produzcan cuellos de botella en algunas materias primas necesarias para las pilas o se disparen los precios de otras de momento escasas –como el cobalto o las tierras raras–, la paridad entre unos y otros modelos podría alcanzarse entre 2023 y 2025. Pero el banderazo de salida de esta carrera empezará el 1 próximo de enero, y convertirá a 2020 en el año de los coches eléctricos.
Tomado de: https://elpais.com/economia/2019/07/26/actualidad/1564139521_632601.html